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  1. Defensa de la razón

    domingo, diciembre 28, 2008

    Cuando este blog apenas echaba a andar, un comentarista, confeso ateo, reconocía que a la hora de elegir, es preferible el catolicismo al islamismo, porque el primero es más «razonable». La opinión era sorpresiva, incluso para el que esto escribe, pero no está lejana a la verdad. Fuera del evidente basamento metafísico y mitológico del catolicismo, éste ha sido, frente a a otras religiones, un oasis de razón. Precisamente ésa es la opinión de uno de los pensadores ateos más importantes de habla hispana, como es Gustavo Bueno. El filósofo, quien argumenta que ni siquiera la idea de Dios existe (y esa pseudoidea es con la que trabaja la teología católica, por ejemplo), es uno de los autores principales del libro Dios salve la razón, una recopilación de artículos que comentan la famosa y polémica lección magistral de Joseph Ratzinger en su papel de papa Benedicto XVI, en Ratisbona.
    A continuación, un texto del diario La Nueva España:

    Gustavo Bueno: «Benedicto XVI es de lo poco aprovechable que anda por ahí»

    El filósofo participa, con otros autores, en el libro «Dios salve la razón»

    Madrid (Modem Press).- «Extiendes la vista por el mundo y ves que el papa Benedicto XVI es de lo poco aprovechable que anda por ahí». Cada intervención pública del filósofo Gustavo Bueno deja un puñado de sentencias como la reseñada, que en este caso sorprende quizás un poco más de lo habitual por el declarado ateísmo militante del catedrático de la Universidad de Oviedo. Gustavo Bueno hacía pública así su admiración por el pontífice en el auditorio de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid durante la presentación en sociedad del libro Dios salve la razón (Ediciones Encuentro).
    En esta obra, diversos intelectuales de primera línea, provenientes de diferentes países, tradiciones religiosas y posiciones culturales, se dan cita para recoger el desafío planteado por Benedicto XVI en su célebre lección magistral en la Universidad de Ratisbona en septiembre de 2006: Ampliar la razón. Así, Gustavo Bueno, Wael Farouq, André Gluksmann, Jon Juaristi, Sari Nusseibeh, Javier Prades, Robert Spaemann y Joseph Weiler coinciden, desde diferentes perspectivas, en proponer un nuevo humanismo que integre de manera renovadora la relación entre fe y razón. Recogen así el guante lanzado por Joseph Ratzinger quien afirmó aquel 12 de septiembre en el Aula Magna de la Universidad de Ratisbona: «En el diálogo de las culturas invitamos a nuestros interlocutores a esta amplitud de la razón».

    Diferencias religiosas
    Sin embargo, Gustavo Bueno no ve nada claro ese diálogo porque «entre las tres grandes religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo e islamismo) no puede haber diálogo sin bronca». Así, el propio Bueno y el profesor vasco Jon Juaristi, que hace ya más de 25 años que se convirtió al judaísmo, coincidieron en que la razón sí está presente en el caminar religioso de judíos y cristianos, pero «en el islam hay una separación absoluta de las dos esferas: fe y razón».
    Gustavo Bueno, cuyo comentario sobre la lección magistral de Benedicto XVI es el más extenso del libro y el que da título a la obra completa, fue quien más tiempo ocupó en su exposición, de las dos horas que duró la charla-coloquio de presentación de la obra. Comenzó su disertación con la teoría que desarrolla en el libro: «La mayor racionalidad del cristianismo está en los dogmas revelados: la reencarnación y la Santísima Trinidad».
    A partir de ahí, tras dejar claro que «soy ateo y creo que Dios no existe», afirmó que para él la importancia del cristianismo «no es tanto Dios sino la Iglesia Católica» y que el «racionalismo del cristianismo proviene de la Iglesia Católica porque Dios no es racional». Hasta el punto de que «la Iglesia ha sido la salvación de la razón».
    Bueno asegura que la importancia de la teología dogmática católica proveniente de la tradición escolástica, radica en que «utiliza la filosofía para demostrar que la teología dice lo mismo que la razón, para mostrar que es inteligible». Aquí engarzó la importancia del discurso del Papa en Ratisbona, cuya «lección de teología escolástica es admirable».
    Juaristi explicó cómo durante su juventud tuvo «dificultades para encajar fe y razón» porque, a su entender, «el diálogo entre la fe y la razón científica lleva a callejones sin salida». Sin embargo, esta lucha, a su juicio, no se da en el judaísmo «que vive en torno a la ley y no a la fe». Explicaba el escritor vasco que en la religión judía «no hay teología, que es el intento de aplicar la razón a la fe, sino que hay una hermenéutica, una tradición rabínica porque es una religión en la que el centro no es Dios sino la Torah y ésta es una ley razonable».
    Tras todas estas sesudas reflexiones y para finalizar, Gustavo Bueno, aprovechando la pregunta de uno de los asistentes a la presentación, dejó para el recuerdo otra de sus célebres sentencias: «La verdad del cristianismo no está en Dios, que no existe, está en la Iglesia».




    Más información, aquí.

  2. Poema de Navidad

    miércoles, diciembre 24, 2008

    © José Saramago

    Navidad.
    Ni aquí ni ahora. Vana promesa
    De otro calor y nuevo descubrimiento
    Se deshace bajo la hora que anochece.
    ¿Brillan las luces en el cielo? Siempre brillaron.
    De esa vieja ilusión desengañémonos:
    Es día de navidad. No pasa nada.


  3. © Javier Pérez Jara

    (...)

    Finalizaré comentando brevemente otro caso de argumento teísta basado en una «lógica» que se aplica «solo cuando interesa», siendo que estas aplicaciones ad hoc son incompatibles entre sí. Me refiero al argumento de la «finalidad cósmica», defendido entusiastamente por Soler Gil en algunas cartas de este Círculo de Filosofía de la Naturaleza. En efecto, el argumento del diseño cósmico a través del principio antrópico fuerte contradice frontalmente la omnipotencia de Dios, porque la lógica de este argumento lleva a considerar que Dios estaría subordinado a las leyes ontológicas de la Física, la Química o la Biología, las cuales no puede cambiar a voluntad para que haya vida bajo cualquier tipo de situación (como el Dios tomista estaba subordinado al Bien y al reino de los universales posibles, y de ahí las críticas de Duns Escoto y sobre todo de Occam). No obstante, luego se defenderá, cuando interese, para tratar de legitimar la Teología Dogmática y Bíblica, que Dios puede violar cuando quiera, sin ningún tipo de problema, las leyes más elementales de la Física, la Química o la Biología a través de los milagros. Pero un Dios omnnipotente puede crear vida ex nihilo bajo cualquier condición física o química, entendidas como leyes que Él también ha creado a voluntad y que puede cambiar en cada momento. Según esto, el argumento del diseño cósmico apunta a un demiurgo que, desde luego, no es omnipotente, como no lo es el Dios óntico de Platón.
    Resulta, pues, que para el principio antrópico fuerte, Dios no puede violar las leyes de la Física o la Biología, pero para hacer milagros, sí. Parece que, como mucho, la combinación del demiurgo que puede realizar milagros y del demiurgo detrás del principio antrópico fuerte nos conducen a un Dios que puede violar las leyes de la Naturaleza, pero también con moderación.
    Por otra parte, el argumento tiene la misma lógica que partir de una foto, romperla en varios pedazos, fingir que se olvida que se ha partido de dicha foto, operar con sus trozos y sorprenderse cuando una y otra vez reaparezca la foto compuesta de nuevo. Es decir, al margen de sus contradicciones con la idea de un Dios omnipotente, el argumento teísta del diseño cósmico a través del principio antrópico fuerte no es más que un círculo vicioso absurdo. Y además, ¿por qué circunscribirlo a los hombres? ¿Por qué no hablar de esa finalidad cósmica para los animales en general? Más bien deberían sus defensores de hablar de «principio zootrópico fuerte», a menos, claro está, que estén presos de un profundo antropocentrismo metafísico, quizá porque piensen que el hombre es el rey y el motivo de la creación, que ha de esperar, mediante una vida virtuosa y de oración, la Segunda Venida de Jesucristo como Cosmocrator juzgador de los vivos y de los muertos.

    Fragmento de una respuesta en el Círculo de Filosofía de la Naturaleza.

  4. La Virgen de Playboy

    viernes, diciembre 12, 2008



    © Istra Pacheco
    The Associated Press

    MEXICO- Las representaciones de la Virgen son casi tan diversas como la fe de cada creyente. Ahora en ciudad de México acaba de aparecer una representación más, en un lugar impensado: la portada de la revista Playboy.
    De inmediato no fue posible conseguir una reacción con los portavoces de la Iglesia Católica, y las opiniones de los ciudadanos han sido mixtas sobre las fotografías de una modelo disfrazada de Virgen.
    Bajo el título de «Te adoramos, María», la portada muestra a la modelo argentina María Florencia Onori parada ante un vitral y cubre su cabeza un manto blanco que tapa parte de su torso pero deja adivinar que no lleva ropa debajo.
    Adentro, está sentada en una silla blanca, con otro manto sobre la cabeza con flores rojas y borde dorado que llega hasta el piso que deja al descubierto uno de sus senos. Lleva una corona y tiene puestas unas sandalias doradas de tacón alto con pedrería.
    En otras fotos luce un manto azul sobre la cabeza o alrededor de la cintura con el efecto de viento sobre su cabello.
    El catedrático Elio Mas Ferrer, de la Escuela Nacional de Antropología e Historia y experto en religiones, dijo que el impacto de las fotos para la sociedad mexicana no debe ser muy intenso considerando que este tipo de imágenes no son nuevas.
    Recordó que a principios de la década de 1980 cuando el artista plástico Rolando de la Rosa representó a la Virgen con el rostro de la desaparecida actriz Marilyn Monroe, la iglesia católica convocó una marcha a la que se dieron cita unas 200.000 personas.
    Además, la autorización le costó el cargo a Jorge Alberto Manrique director del Museo de Arte Moderno.
    Más de 20 años después, la película El crimen del padre Amaro, recibió sólo un puñado de críticas desde el sector religioso aunque el sacerdote ficticio en el filme culmina un acto sexual con una feligresa y le pone un manto similar al de la Virgen. «Ha habido cambios culturales notorios en la sociedad mexicana», aseguró el experto.
    «Hay muchas formas de ser católico... (y) es probable que estos católicos que sí existen y que son, digamos integristas, se molestarán pero no creo que pase nada», afirmó. En especial porque mientras más críticas más curiosidad se despierta en la gente, según Mas Ferrer.
    El dueño de un puesto de revista en la capital donde el ejemplar sellado se vendía a buen ritmo dijo que había cierta sorpresa hacia la imagen.
    «La gente se sorprende y se pregunta que si es la Virgen o si es un referente a la Virgen o no», declaró José Antonio Udiño.
    Aurora Ramón, una señora de mayor edad, dijo estar en desacuerdo con la representación.
    «No debe de ser, teniendo en cuenta tanto material, utilizar algo así tan delicado y tan importante para nosotros los creyentes», dijo en la víspera al Día de la Virgen de Guadalupe que es festivo en el sector público y que cada año moviliza a cientos de miles de feligreses hasta la Basílica en su honor ubicada en la capital.
    Víctor Ibarra un joven que pasaba por el puesto de revistas consideró que se trata de un «enfrentamiento» con «las reglas de la iglesia» y sus preceptos morales.
    Hasta el miércoles se habían vendido 80.000 ejemplares de una tirada de 100.000 y el consejo directivo no se había planteado una reedición, dijo a la AP la jefa de prensa de Lyrsa Editores que publica la revista en México.
    El récord de venta de la edición mexicana de la revista fue el de la actriz cubana Niurka Marcos en la portada que tuvo 260.000 ejemplares vendidos.


  5. Entrevista con Richard Dawkins

    © Decca Aitkenhead The Guardian
    Traducido para Rebelión por Anahí Seri

    Vendió un millón y medio de ejemplares de The God delusion (El espejismo de Dios), y esta semana ha conseguido reunir 5.500 libras para anuncios ateos. Así pues, ¿por qué piensa Richard Dawkins que la ciencia está perdiendo la guerra contra la religión?
    Richard Dawkins prepara su jubilación de la cátedra de Oxford y sigue defendiendo con vehemencia el ateísmo.
    Un día en 2006, en la casa de un compañero, conocí a un amigo de su hija adolescente. Mostraba curiosidad intelectual, y su inteligencia saltaba a la vista; pero mantenía una férrea lealtad hacia la fe de sus padres, cristianos renacidos (born again Christians). Nos pasamos casi toda la tarde discutiendo con el pobre chico, apelando a su lógica y su razón; fue en vano. Al borde de la desesperación, pensamos que debería haber algún texto ateo seminal al que le pudiéramos referir. Pero no se nos ocurría ninguno.
    Pero mira por dónde, pide y recibirás. No había pasado ni un mes, y Richard Dawkins publicó The God delusion (El espejismo de Dios), un ardiente manifiesto a favor del laicismo. Aún comparándolo con el éxito de Dawkins de 1976, El gen egoísta, fue un éxito espectacular, con más de un millón y medio de ejemplares vendidos.
    Esta semana, en la que Dawkins se jubila de su cátedra Charles Simonyi de divulgación de la ciencia, que ha ocupado en la Universidad de Oxford durante 12 años, se podría pensar que considera que la causa laicista, científica, a la que ha dedicado su carrera profesional, está triunfando. El pasado martes, se anunció una campaña de publicidad consistente en unos carteles que aparecerían en los autobuses, con el mensaje «Dios probablemente no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida». La campaña, lanzada por la guionista de televisión Ariane Sherine, a través de su blog Commentisfree.co.uk, confiaba en reunir 5.500 libras de los seguidores, cantidad que Dawkins había prometido igualar con otro tanto de su bolsillo; pero ayer ya se habían recogido más de 96.000 libras a través de donaciones públicas.
    Esa misma semana, el ministro de inmigración, Phil Woolas, predijo que la reformas constitucionales expulsarían a los obispos de la Cámara de los Lores en el plazo de 50 años, y se registraron cifras récord de nuevos estudiantes universitarios de matemáticas y ciencias. Incluso en América, la derecha religiosa parecía estar perdiendo fuerza.
    Pero cuando le pregunto a Dawkins, que tiene ahora 67 años, si en su opinión la divulgación de la ciencia ha mejorado a lo largo de su trayectoria profesional, no parece muy convencido. «Yo diría que cuando yo comencé mi labor, había el mismo grado de ignorancia que ahora, pero menos rechazo activo [de la ciencia]. Si uno se dedicara a visitar colegios y universidades y asistiera a las clases sobre evolución, podría encontrar una proporción considerable de jóvenes que, sin saber a qué se oponen, piensan que se oponen a ello, porque se los ha educado en ese sentido».
    Le pregunto si él atribuye este hecho a un menor nivel de educación científica o al ascenso del fundamentalismo religioso, y me responde sin vacilar: «Creo que se debe a una mayor influencia religiosa».
    En opinión de Dawkins, en Gran Bretaña se está librando una batalla entre las fuerzas de la razón y el fundamentalismo religioso, y la victoria aún queda lejos. Él es uno de los combatientes más famosos y prolíficos, pero la cuestión sería si está entre los más eficaces. La finalidad declarada de The God delusion (El espejismo de Dios) era «convertir» a los lectores al ateísmo, pero tiene que admitir que, en cuanto herramienta de proselitismo, ha sido mayormente un fracaso. Esboza una sonrisa. «Pues sí, creo que fue poco realista. Un objetivo loable, pero poco realista».
    De hecho, a Dawkins se le ha calificado como «la persona que más gente ha reclutado para el creacionismo en su país». Los críticos lo acusan de haber sufrido un fracaso imaginativo en lo que respecta a la susceptibilidad de la mente al consuelo que proporciona el pensamiento irracional. Dicen que su intolerancia intelectual aliena a la gente, y han cuestionado el que haya atacado a objetivos como el humorista Peter Kay por haber admitido que la fe es un consuelo para él. Es sabido cómo Dawkins lo ridiculizó: «¿Cómo se puede tomar en serio a alguien a quien le gusta creer en una cosa porque "le brinda consuelo"»?
    Cuando Sherine se dirigió a él para hablarle de la financiación del autobús ateo, la frase que él prefería que apareciera en el anuncio era «Es prácticamente seguro que Dios no existe». Pero eso tal vez haría montar en cólera a los creyentes, y podría alejar a unos posibles simpatizantes agnósticos. Al final se acordaron poner «probablemente».
    «Sí, sí, ya lo sé», interrumpe Dawkins. «Lo sé. La gente dice que soy estridente, que mi vehemencia es ofensiva».
    Dawkins tiene una teoría al respecto, que es muy persuasiva. «A todos nos han educado en el punto de vista de que la religión tiene una especie de estatus privilegiado. No se te permite criticarla. Y por tanto, incluso si haces una crítica bastante leve, resulta estridente, porque viola esa expectativa de que la religión está en una zona restringida».
    Pero aún así, desde un punto de vista puramente estratégico, ¿por qué no intenta ser ... «¿conciliador?».
    Pues sí. Si a la gente le tiran para atrás las certezas de su estilo intelectual, ¿por qué no intenta resultar un poco menos intimidante?
    «Bueno, es una cosa que me preocupa», dice muy en serio. «Sí. Y me lo encuentro con frecuencia. Es la crítica más inteligente con la que me encuentro. Supongo que hay dos modos distintos de hacerlo, y me alegra mucho de que otra gente lo haga de esa forma. Breaking the Spell (Rompiendo el hechizo) de Dan Dennett al menos se propone eso, ser seductor - ¿es ésa la palabra? No del todo, pero se trata de ganarse al lector. Y yo sé hacerlo. Sé como hacerlo». Hace una pausa y reflexiona. «Pero parece... parece que he perdido la paciencia».
    Sin embargo, a lo largo de toda la entrevista se esfuerza muchísimo por mostrarse paciente. Aunque él considera «una auténtica maldad» llamar «niño católico» al hijo de padres católicos, rápidamente añade: «Es igual de malvado decir de un niño que es ateo. Yo nunca lo diría». Y no puede evitar añadir: «Por supuesto, hay gente que diría que todos los bebés son ateos, porque no creen en nada». Pero cuando le pregunto si él lo diría, se lo piensa un momento antes de responder: «Bueno, no estoy seguro de que eso sea una forma muy razonable de expresarlo».
    ¿Está preocupado por que descienda el nivel de los estudiantes universitarios, al ampliarse el acceso a la universidad? «Tengo que tener mucho cuidado de no parecer un carca en este tema. Cuando empecé con las tutorías en los años 60, para mí fue una gran satisfacción tener a estudiantes que tenían mucho interés, y las clases de tutoría eran un auténtico encuentro intelectual. Esa buena sensación parece que fue desapareciendo. Pero no me atrevería a echarle la culpa a los estudiantes, es posible que fuera hastío por mi parte».
    Como la mayoría de los racionalistas, Dawkins tiende a invocar la inteligencia innata de las personas, y a atribuir sus formas incorrectas de pensamiento a la ignorancia, no a la estupidez. «Pero no tengo pruebas», admite. «Tal vez esté equivocado. Es una especie de ideal. Es como esforzarse al máximo». Le sugiero que quizás la gente sea simplemente estúpida. «Sí, tal vez lo sean», dice con cautela. «Pero al menos, cuando afirmo que la ignorancia no es delito, eso es mi defensa contra la acusación de arrogancia. Porque si le dices a la gente que es estúpida, desde luego que no es forma de hacer amigos e influir en la gente».
    Dawkins una vez describió a una empleada de British Airways a quien despidieron por llevar una cruz dorada en el trabajo diciendo que tenía «una cara de lo más estúpida». ¿Se arrepintió de haberlo dicho? Se le escapa una sonrisa malévola.
    «Pues ... pues ... sí, de verdad. Sí. Me pilló desprevenido. Aunque creo que dije que parecía tonta. ¿Vio usted la foto? Creo que si busca la historia, y tienen la foto...». Se lo piensa, y se detiene. «No está bien».
    Antes del encuentro con Dawkins, yo tenía miedo de que su impaciencia intelectual llegara a ser aplastante. La impresión, en cambio, es más bien la de un león que se ha dado a sí mismo instrucciones estrictas de comportarse como un gatito – lo cual es un alivio y al mismo tiempo un poquito decepcionante.
    Le pregunto si alguna vez envidia a la gente que cree en Dios.
    «No». Mueve la cabeza negando con firmeza. ¿A pesar de que dicen que la fe brinda tanto consuelo?
    «Mire usted», dice, «tengo tantas ganas de decir, bueno, a lo mejor es un consuelo, ¿y qué? Sospecho que por cada persona que recibe un consuelo de la fe, habrá alguien que alberga un temor mortal». ¿Y él no envidia a quienes consiguen que Dios no les inspire un temor mortal?
    «Si los envidiara por eso, tendría que envidiar a la gente que toma drogas para sentirse bien. En la medida en que la religión es un consuelo, probablemente no...».
    A Dawkins le gusta bromear diciendo que los ancianos van a misa porque «están trabajando a tope para el examen final». A él no le preocupa que un día, de muy mayor, pueda despertarse y verse atraído por le fe. De llegar a ocurrir, lo atribuiría a la demencia senil. Mucho más le preocupan los informes espurios sobre su conversión en el lecho de muerte, difundidos por sus enemigos tras su muerte. Probablemente no lo dice en broma cuando afirma: «Quiero asegurarme de que haya una grabadora en marcha para recoger mis últimas palabras».

  6. I Congreso Nacional de Ateísmo en la Argentina

    miércoles, diciembre 03, 2008

    © Darío Palavecino
    Corresponsal en Mar del Plata
    Diario La Nación

    MAR DEL PLATA.- Con una convocatoria destinada a construir una ciudadanía tolerante y racional y fomentar la pluralidad, pasado mañana comenzará [viernes 5 de diciembre] en esta ciudad el I Congreso Nacional de Ateísmo, que se extenderá hasta el domingo y en el que participarán, incluso, representantes de distintas religiones.
    El encuentro, inédito en el país, está acompañado de ponencias, debates y muestras, entre ellas una galería con obras del polémico artista León Ferrari y otra exposición de trabajos organizada por el grupo Carne SerVida.
    Ya confirmaron su asistencia al congreso representantes de entidades nacionales e internacionales que «comulgan» con el pensamiento agnóstico [sic], como el Center for Inquiry, American Atheist, Club de la Razón y la Asociación para la Difusión del Pensamiento Racional.
    Se esperan debates sobre el universo ateo, Nietzsche y el ateísmo, el derecho penal y el pecado, el creacionismo científico y el derecho a no tener culto, entre otros temas.
    La participación es abierta y la organización ya recibió más de 200 pedidos, varios de ellos desde el exterior, para que les remitan contenidos y documentos que surjan de la reunión, que se realizará en la sala Nachmann del complejo Auditorium, como parte del programa de la IV Feria del Libro Puerto de Lectura de Mar del Plata.
    «No sólo surgirán críticas a dogmas y creencias, sino también al propio ateísmo», anticipó a La Nación el presidente del congreso, el ingeniero Fernando Lozada.
    Y aclaró que no se trata de un encuentro de ateos, sino de ateísmo, lo que implica una apertura para participar y exponer pensamientos. «Hay una invitación a todos, tanto a ateos como a quienes no lo son y quieren hablar de eso», destacó.
    Por eso, entre otras mesas, asoma como muy interesante el debate fijado para el domingo sobre «¿Qué piensan las religiones del ateísmo?». Allí estarán, invitados el padre Hugo Segovia, de la Iglesia Católica; Daniel Somerstein, en representación del judaísmo; el dirigente musulmán Kamel Gómez y el pastor metodista Jaime Wheeler. También expondrá ese día el licenciado Ricardo Romero, por el Instituto Nacional contra la Discriminación (Inadi).
    Lozada recordó, entre otros antecedentes, los congresos realizados en Colombia (2000)y en la India (2007), a los que se sumó el año último el celebrado en Toledo, España.
    Las expectativas de los organizadores son amplias. En particular por la presencia de referentes del ateísmo en todo el mundo. Lozada insistió en la existencia de una mayor abundancia de bibliografía sobre esta materia, incluidos títulos best sellers. «Es un tema en boga», resaltó.

    El encuentro

    Objetivo. Se propicia la «independencia del Estado de toda creencia religiosa para el fortalecimiento de la libertad, la igualdad y la tolerancia».

    Apertura. El congreso abrirá el viernes, a las 14, en el Auditorium de Mar del Plata. Hablará el ingeniero Fernando Lozada.

    Programa. Comprenderá conferencias, debates y una muestra del artista León Ferrari.

    Actividades previas. El escritor Eduardo Galeano inauguró la IV Feria del Libro, en Mar del Plata.

  7. El Islam es un conjunto de plagios

    lunes, diciembre 01, 2008

    © Christopher Hitchens
    Extracto de God is not Great

    Traducción de Ismael Valladolid Torres
    Publicado en La media hostia


    Es posible llegar a dudar sobre si el Islam es en absoluto una religión separada. Inicialmente dejó satisfecha la necesidad de los árabes de un credo especial, y para siempre estará identificado con su lengua y con sus posteriores grandes conquistas, puede que no tan abrumadoras como las del joven Alejandro de Macedonia, pero suficientes para sugerir la idea de estar respaldados por una divinidad, al menos hasta que se internaron en los límites de los Balcanes y la región mediterránea cercana. Pero cuando se examina de cerca el Islam no es mucho más que un conjunto de plagios obvios y organizados de forma enfermiza, apoyándose en el contenido de viejos libros y tradiciones según lo requiere la ocasión. Así, lejos de resultar «nacido de la primera luz de la historia» como generosamente lo definía Ernest Renan, el Islam es en su origen tan sombrío aproximadamente como los orígenes del material que toma prestado. Hace inmensas reclamaciones sobre sí mismo, reclama la sumisión o la rendición de sus adherentes, y demanda deferencia y respeto por parte de los no adherentes. No hay nada, absolutamente nada en sus enseñanzas que justifique siquiera mínimamente tal nivel de presunción y arrogancia.
    El profeta murió aproximadamente en el año 632 según nuestro calendario. Las primeras noticias de su vida fueron redactadas ciento veinte años después por Ibn Ishaq. Sin embargo el original se perdió y sólo puede ser consultado en su forma revocada por Ibn Hisham quien murió en 834. Añádase a toda esta oscuridad y todo este boca a boca la ausencia de registros sobre cómo los seguidores del profeta ensamblaron el Corán o cómo sus dichos, la mayor parte de ellos anotados por secretarios, fueron codificados. Este problema familiar se ve más complicado —incluso más que en el caso cristiano— por la cuestión de la sucesión. Contra lo que habría sucedido con Jesús, quien se las apaño para volver al mundo realmente pronto y quien —toma absurdo, Dan Brown— no dejó descendientes conocidos, Mahoma fue general y político y un padre prolífico —en esto no se pareció a Alejandro de Macedonia— pero no dejó instrucciones sobre quién debía sucederle. Las disputas sobre el liderazgo comenzaron casi tan pronto como murió, y el Islam tuvo su primer gran cisma —entre suníes y chiítas— incluso antes de establecerse como sistema. No vamos a tomar partido en el cisma, excepto para apuntar la obviedad de que al menos una de las dos grandes escuelas de interpretación del Islam debe estar bastante equivocada. La identificación temprana del Islam con un califato en la tierra, y las disputas entre contendientes al legado del profeta, lo marcan claramente como un asunto puramente humano.
    Se dice por parte de autoridades musulmanas que durante el primer califato de Abu Bakr, inmediatamente después de la muerte de Mahoma, surgieron las dudas sobre si sus palabras serían olvidadas pronto. Tantos soldados musulmanes habían muerto en batalla que el número de los que tenían un ejemplar del Corán guardado seguramente en su equipaje era alarmantemente pequeño. Se decidió entonces juntar cualquier testigo viviente, junto con «trozos de papel, piedras, hojas de palma, pedazos de cuero» en los que hubieran sido escritos refranes del profeta, y dárselos a Zaid ibn Thabit, uno de sus primeros secretarios, para una recopilación autorizada. Hecho esto, los creyentes ya tuvieron algo parecido a una versión oficial.
    Si esto es cierto, podríamos datar el Corán en una fecha realmente cercana a la muerte del propio Mahoma. Pero resulta no haber ni certidumbre ni acuerdo sobre la verdad de la historia. Hay quien dice que fue Ali, el cuarto y no el primer califa, y el fundador de la secta chií, quien tuvo la idea. Muchos otros, como la mayoría suní, afirman que fue el califa Uthman, quien reinó entre 644 y 656 quien tomó la decisión última. Tan pronto uno de sus generales le dijo que soldados de diferentes provincias luchaban por sus interpretaciones discrepantes del Corán, Uthman ordenó a Zaid ibn Thabit que juntara todos los textos, los unificara, y los transcribiera en uno. Cuando la tarea hubo sido completa, Uthman ordenó que se enviaran copias a Kufa, Basra, Damasco, y otros lugares, con la copia maestra retenida en Medina. Uthman interpretó así el papel canónico que al estandarizar, purgar y censurar la Biblia cristiana, llevaron a cabo San Ireneo y el obispo Atanasio de Alejandría. La recopilación fue declarada sagrada, y el resto de textos no incluidos declarados apócrifos. Mejorando a Atanasio, Uthman ordenó que cualquier edición rival más temprana fuese destruida.
    Aún suponiendo que esta versión de los hechos sea la correcta, lo que significaría que nunca ha existido oportunidad de que los estudiosos determinen o disputen lo que realmente ocurrió durante la vida de Mahoma, el intento de Uthman de abolir las discrepancias fue vano. El idioma árabe escrito tiene dos características que hacen que sea difícil de aprender por un extranjero. Utiliza puntos para distinguir consonantes como b y t, y en su forma original no tenía signo para las vocales cortas, las cuales se representaban con guiones o marcas con forma de coma. Esto permite lecturas muy diferentes incluso de la versión de Uthman. La escritura arábiga no fue mínimamente estandarizada hasta finales del siglo noveno, y entretanto un Corán sin puntos y extravagantemente vocalizado genera interpretaciones radicalmente diferentes de sí mismo, algo que sigue haciendo. Esto podría no ser importante si hablamos de la Iliada, pero recuérdese que se supone que hablamos de la palabra final e inalterable de Dios. Hay una conexión obvia entre la flagrante debilidad de esta reclamación y la supuesta certidumbre expresada de la forma tan fanática con la que se nos presenta. Por poner un ejemplo que no puede ser ignorado; las palabras en árabe escritas en el exterior del Domo de la Roca en Jerusalén dicen algo distinto a lo que en distintas partes del Corán dice que dicen.
    La situación se muestra aún más deplorable cuando llegamos al hadith, literatura oral secundaria que supuestamente nos cuenta dichos y acciones de Mahoma, cómo se compiló el Corán y los refranes de los acompañantes del profeta. Cada hadith, para poder ser considerado auténtico, debe haber sido reconocido por una cadena o isnad de testigos supuestamente fiables. Muchos musulmanes permiten que estas anécdotas guíen su vida diaria. No limpian a sus perros, por ejemplo, basándose en que se dice que Mahoma lo hubo ordenado.
    Tal y como cabría esperar, las seis colecciones de hadith autorizadas que acumulan el boca a boca de tantas generaciones —A le dijo a B, quien se enteró por C que lo aprendió de D— fueron recopiladas siglos después de los eventos que pretenden describir. Uno de los más famosos de los seis compiladores, Bukhari, murió 238 años tras la muerte de Mahoma. A Bukhari los musulmanes le reconocen inhabitualmente fiable y honesto, y parece haberse labrado esta reputación en que de los trescientos mil dichos que acumuló durante una vida enteramente dedicada al proyecto, averiguó que doscientos mil de ellos no tenían valor y debían ser descartados. Posteriores exclusiones de tradiciones cuestionables y dudosas redujeron el total a diez mil hadith. Eres libre de realmente creer, si así lo eliges, que de toda esa informe masa de sabiduría iletrada y recopilada de testigos dudosos, el pío Bukhari, más de doscientos años después, se las apañó para elegir sólo los dichos más puros y capaces de soportar un examen riguroso.
    La posibilidad de que toda esta retórica humana esté libre de errores y pueda ser considerada como final queda definitivamente descartada no sólo por sus innumerables contradicciones e incoherencias sino también por por el famoso episodio del Corán llamado «versos satánicos» a partir del que Salman Rushdie más tarde creó su proyecto literario. En esta ocasión, Mahoma andaba detrás de conciliar a algunos influyentes politeístas de La Meca, y en esas que experimentó una «revelación» que le permitió afirmar como compatible la existencia de otras viejas deidades locales. Más tarde se dio cuenta de que hubiera podido no hacer lo correcto, posiblemente poseído por algún tipo de diablo que por algún motivo habría elegido relajar brevemente su hábito de combatir otros monoteísmos en su propio terreno. Mahoma creía devotamente no sólo en el diablo como tal sino también en pequeños diablos del desierto, llamados djinns. Incluso las esposas de Mahoma notaban en ocasiones que el profeta tenía oportunas «revelaciones» que solían adaptarse a la perfección a sus necesidades a corto plazo, y en ocasiones se burlaban de él por ello. Se nos ha contado —por parte de autoridades a las que no es necesario en absoluto creer— que cuando Mahoma experimentaba estas revelaciones en público, a veces le poseía el dolor y sentía un insoportable ruido en sus oídos. Mares de sudor surgían de su cuerpo, incluso en los días más templados. Algunos críticos cristianos sin corazón han sugerido que Mahoma era epiléptico —omítase el hecho de que los mismos síntomas los hubiera experimentado Pablo en su camino a Damasco—. No sentimos la necesidad de especular al respecto. Es suficiente con parafrasear la inevitable pregunta de David Hume. ¿Qué es más probable, que un hombre sea utilizado por Dios para revelarnos algo, o que ese hombre haya partido de revelaciones existentes y se crea o reclame que mostrárnoslas le haya sido ordenado por Dios? En cuanto al dolor y a los ruidos en la cabeza, uno sólo puede suponer que una comunicación directa con Dios no tiene que ser precisamente una experiencia calmada, bella y lúcida.